El abanico, más allá de ser un accesorio elegante y práctico, esconde un lenguaje secreto fascinante que floreció en los siglos XVIII y XIX, especialmente en España. Este lenguaje, utilizado principalmente por las mujeres, les permitía expresar sus emociones y deseos sin necesidad de hablar, de forma sutil y discreta en una época donde las normas sociales limitaban su expresión abierta
Algunos ejemplos de los gestos y su significado
Posición del abanico:
- Abierto en la mano derecha: «Sí, me gustas».
- Abierto en la mano izquierda: «No, no me gustas».
- Cerrado y apoyado en la mejilla: «Estoy pensando en ti».
- Cerrado y golpeando la barbilla: «Te deseo».
- Cerrado y tocando la frente: «No me olvides».
Movimiento del abanico:
- Abrir y cerrar rápidamente: «Estoy nerviosa».
- Abanicarse lentamente: «Estoy aburrida».
- Taparse la boca con el abanico: «No puedo hablar ahora».
- Pasar el abanico por los ojos: «Lo siento».
- Dibujar un círculo en el aire con el abanico: «Sígueme».
Forma de sostener el abanico:
- Sostener el abanico con la mano derecha y el pulgar extendido: «Estoy casada».
- Sostener el abanico con la mano izquierda y el pulgar extendido: «Estoy soltera».
- Sostener el abanico con las dos manos: «Quiero hablar contigo».
- Dejar caer el abanico al suelo: «Estoy enfadada».
Es importante tener en cuenta que el lenguaje del abanico era un código complejo y que no todos los gestos tenían un significado universal. El significado de un gesto podía variar según el contexto y la persona que lo interpretaba. Además, el lenguaje del abanico era una forma de comunicación sutil y discreta, por lo que los movimientos debían ser realizados de forma elegante y natural para no llamar la atención.
En la actualidad, el lenguaje del abanico ya no se utiliza de forma habitual, pero sigue siendo un tema fascinante que nos recuerda la importancia de la comunicación no verbal.